Cruïlla 2017

Un poco más de un mes después del Primavera Sound, me encontré de vuelta al Parc del Fòrum para atender el festival que se ha convertido en un imprescindible de mi mes de julio en Barcelona. Ya compartí en otras ocasiones mi entusiasmo por el Cruïlla, un festival a escala más humana y que siempre propone un cartel de una diversidad impresionante. Este año no ha defraudado tampoco. Cierto, todavía siento una emoción muy vivaz al pensar en el concierto de Robert Plant del año pasado. Y en el 2015, fue difícil superar al genial Asaf Avidan... Quizás este año no consiguió estar totalmente a la altura de estas ediciones anteriores (para mi gusto, obviamente). En realidad, creo que este año, me pasó un poco como en el Primavera Sound: con un par de excepciones, no había casi ningún artista que me apasionara totalmente o que conociera tan, tan, tan bien como para suscitar un entusiasmo enorme de mi parte. También tengo que resaltar que todavía falta un festival para completar mi trilogía anual... Si el año pasado, el festival que me gustó más fue probablemente el Cruïlla, y el año anterior, el Primavera Sound, este año, creo que le tocará a Rock en Seine... pero habrá que esperar hasta finales de agosto. 

Igualmente, tengo que decir que disfruté mucho del Cruïlla este año también. Fue la ocasión de volver a ver grupos bastante locos y, como no, de hacer descubrimientos muy bonitos ¡Aquí va el resumen!

Preparada para la segunda ronda

Día 1: De la trilogía de apertura a las lanzaderas de la salvación

Una de las grandes ventajas del Cruïlla es que empieza relativamente tarde. Lo que te permite no sólo evitar quemarte al sol de la tarde, sino también ahorrarte el estrés porque no te dejan salir de la oficina y te vas a perder el primer concierto que querías ver sí o sí, y te pones a odiar tu trabajo con toda tu alma y fantaseas que algún día los jefes entenderán que explotar a los trabajadores y tratarlos mal no mejora la productividad, sino todo el contrario, y que algún día entenderán por fin que su modelo de management es totalmente anticuado y que tienen que evolucionar y dejar más flexibilidad y autonomía a sus empleados, y... ¿No? ¿Sólo me pasa a mí? ;-)

Pues el caso es que esta vez, llegué a tiempo y no me perdí los primeros conciertos que quería ver. ¡El problema es que tenía ganas de ver la trilogía de primeros conciertos programados más o menos al mismo tiempo! Vaya dilema... Pues hice lo que suelo hacer ahora, por lo menos en el Cruïlla: ¡un poco de todos!

Empecé con Dorian Wood, impresionante cantante estadounidense, de origen costarricense, lo que le permite cantar tanto en inglés como en castellano. La verdad es que es todo un personaje que hay que ver en el escenario, tanto para disfrutar de su increíble voz, como para sumergirse en un viaje que puede llegar a ser emotivo, divertido, dramático... ¡pero desde luego no aburrido!

Dorian Wood en el escenario Radio 3

Después de un rato, me fui para el escenario Cruïlla, donde tocada Ani DiFranco, ¡uno de los nombres del cartel que no podía perderme! La cosa es que nunca había llegado a verla en vivo y lo tenía pendiente desde hacía un buen rato... Descrita como una de las voces de referencia del feminismo, la verdad es que esta artista me encanta, no solo por sus ideas con las cuales suelo coincidir mucho, pero también, sencillamente por su folk y su "story-telling" que te hace asentir con la cabeza por las letras tan acertadas, igual que te puede hacer estallar en carcajadas con algunas letras súper divertidas y algo ácidas. Resulta que, además, ¡Ani DiFranco es un puro encanto en el escenario! Dinámica, generosa, divertida, comparte con el público su energía y sonrisa absolutamente contagiosas. Desde luego, es una voz muy necesaria en el paisaje musical y artístico en general: durante el concierto, no dudó en compartir su apoyo a los refugiados, ni a lanzar un llamamiento para defender los derechos reproductivos de las mujeres... Pues sí... Una voz absolutamente necesaria, desde luego, que brinda un poco de diversidad frente al pensamiento único-blanco-hetero-patriarcal...Vuelve a Barcelona pronto, Ani... ¡que te voy a echar mucho de menos!

El tercer concierto que estaba programado al mismo tiempo y que quería ver era el de Youssou N'Dour, una de las grandes voces de Senegal. Otra vez tengo que resaltar hasta que punto me en-can-ta que el Cruïlla no se limite a un sólo estilo musical... Aunque es cierto que la mayoría de mi discografía esté compuesta de artistas etiquetados como "rock" y que la mayoría de mis grupos / artistas preferidos también correspondan a esta etiqueta, estos últimos años me noto cada vez más cansada del pensamiento único mencionado arriba y que, lamentablemente, acompaña un poco el rock. No es que haya únicamente hombres blancos en el rock pero bueno... Casi, casi... Y desde este punto de vista, la programación del Cruïlla es muy acertada, año tras año. En fin, ¿qué decir del concierto de Youssou N'Dour? En este caso, es cierto que no es la música que más me apasione o emocione... Pero sinceramente, ¡había que estar de muy mal humor para no disfrutar del concierto! ¡Cuánta energía y generosidad en este escenario!

Youssou N'Dour en el escenario Time Out

Los dilemas ya no se hicieron tan apremiantes para el resto del día, afortunadamente. Después de Youssou N'Dour, cambio de estilo con Two Door Cinema Club. Y primera decepción... No estuvo mal pero no sé... No me convenció del todo tampoco. Sobre todo, creo que me pareció muy repetitivo. Después de algunas canciones, tenía la sensación de seguir escuchando lo mismo, como si la primera canción que tocaron no se iba a acabar nunca. Así que no me quedé mucho rato más...

... y en cambio, decidí apostar por algo un poco arriesgado para mí: ir a un concierto de hip hop... español. A ver, "arriesgado" no en términos de riesgo para mi vida, obviamente... ¡sino de riesgo para mis orejas! No suelo ser muy muy fan de rap y además, el castellano sólo es mi tercer idioma... Pero bueno, quise probarlo y me fui a esperar a Kase.O, miembro de Violadores del Verso. Como llegué con un poco de antelación, me puse en primera fila. Contra la barrera de seguridad, ¡toma! A ver, no se pueden tomar riesgos a medias. Como diría Yoda, hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes. Pues lo hice. ¿Y qué pasó? ¡Me EN-CAN-TÓ! Fue sin ninguna duda uno de los mejores conciertos que vi en el Cruïlla este año. Increíble de energía positiva, letras políticas súper acertadas y respeto hacia el público, ¡el MC de Zaragoza me hizo flipar, bailar, cantar, saltar y gritar!



Tenía ganas luego de ver a The Lumineers. Bueno, "ver" es mucho decir porque estaba a tope de gente así que, de hecho, ¡no pude ver gran cosa! Pero lo que pude escuchar me pareció bastante guay, la verdad. Conocía un poco el grupo, pero no tanto. Me gustó su folk rock bastante delicado y algo melancólico.

Y luego le tocó a Jamiroquai ocupar el escenario Estrella. A posteriori, leí de todo sobre este concierto... Que el sonido iba fatal, que el cantante se parecía a un abuelo que apenas se movía, que fue genial, que Jamiroquai es lo más guay del mundo... ¿Qué opino yo? Bueno, que estuvo bastante guay, eso sí. La verdad es que había muchísima gente, así que no me pude acercar mucho, lo que me dio la sensación de vivir el concierto a distancia. Pero la setlist fue bastante democrática y el funk del grupo sigue funcionando muy bien, además de dar unas ganas irresistibles de bailar. Acerca de la falta de energía de Jay Kay en el escenario, yo había leído que le operaron de la espalda hace poco, con lo cual efectivamente, ¡tuvo que ser un poco difícil para él saltar por todos lados como si nada! Pero por lo general, un concierto que me pareció bastante guay.

Two Door Cinema Club en el escenario Estrella
Me fui un poquito antes del final porque quería ver a Neuman, que tocaba que el único escenario cubierto del Cruïlla. Había cola para entrar, lo que me desanimó totalmente. Una pena, porque me hubiera gustado mucho verles en vivo pero bueno, habrá otras ocasiones.

Para compensar, fui a ver a Patrice. Sinceramente, no me esperaba nada de este concierto porque no es el estilo de música que suele entusiasmarme mucho. Pero lo que vi del concierto era muy bueno y el tío tiene una energía que contagia muy fácilmente al público. ¡Muy recomendable en el marco de un festival!

Tras un momento de descanso, volví al escenario Estrella para ver a otro gran nombre del cartel de esta primera noche: Die Antwoord. Ya los había visto un par de veces, en Rock en Seine y en Solidays. ¡Nunca hay dos sin tres! Como las veces anteriores, el grupo surafricano montó un espectáculo total para acompañar su rap-rave improbable de por sí.

La idea luego era ir a ver a Nicola Cruz que tenía muy buena pinta pero tengo que admitir que me dio un bajón de energía insuperable y volví para casa.


Aprovecho para hacer la transición entre los dos días: leí muchas quejas en las redes sociales, sobre la espera para entrar en el recinto, la espera a las barras, la espera para los servicios de las mujeres, la mala organización de las lanzaderas, etc. En fin, bastante crítica de la supuesta mala organización del festival (y luego dicen que los franceses nos quejamos todo el tiempo, jejeje). Bueno, no sé si tuve una suerte increíble, pero nunca me tocó esperar mucho, la verdad. Bastante menos que en el Primavera Sound, por lo menos. Y yo estuve bastante agradecida que la organización del festival decidiera (por fin) poner lanzaderas a la salida del festival. Tod@s l@s que vamos al Cruïlla desde hace unos cuantos años hemos tenido que vivir esta dolorosa experiencia del viernes por la noche, al salir del festival después de la hora del último metro, cuando no encuentras ningún taxi libre, ves la gente pelearse para subir a un nitbus que ya va tan a tope de gente que ni siquiera podría colarse una mosca, y acabas pareciéndote un zombi salido directamente de The Walking Dead, deambulando por esta tierra de nadie que rodea el Parc de Fòrum, viendo como los "heridos" que han renunciado se quedan sentados en la acera, y ¡esperando deseperadamente un milagro que te permita regresar a tu puta cama! Así que a mí, sinceramente, lo de las lanzaderas me pareció un progreso enorme. ¿Qué tienes que esperar veinte minutos para poder subirte a una? Pues sí, pero en comparación con el paísaje post-apocalíptico que teníamos antes, los veinte minutos se te pasan volando. Todo es relativo. ¡Sobre todo el tiempo!

Rubitas power


Día 2: Road trips mentales y fantasmas de 24-hour party people

Para el segundo día, se había apuntado mi madrileño. ¡Pues no sé lo que pasó pero nos organizamos fatal! Tenía ganas de ver a M y su nuevo proyecto Lamomali, que vendí súper bien a mi acompañante: "Verás, este tío es como una mega estrella en Francia, a todos mis amigos les encanta. Bueno, a mi no me gusta tanto, la verdad. Es bueno en el escenario, lo reconozco, pero la música no me apasiona para nada. Y además, su voz me resulta bastante irritante. Pero bueno, este nuevo proyecto tiene buena pinta." Ejem... Creo que mi madrileño se quedó un poco dubitativo. En realidad, yo tenía sobre todo muchas ganas de ver a Benjamin Clementine. Pero salimos tarde de casa y, no sé por qué razón desconocida, se nos antojó coger el bus hasta el Fòrum, lo que nunca habíamos hecho antes. Una hora en el puto bus... Total, llegamos demasiado tarde para estos dos primeros conciertos. Luego leí muy buenas críticas sobre el concierto de Benjamin Clementine. ¡Me dio más pena aún habérmelo perdido! No vi pasar muchas reacciones sobre el concierto de M pero si alguien estuvo, no dudéis en dejarme vuestras opiniones en los comentarios, ¡que tengo curiosidad por saber cómo fue!

Eso sí que pudimos ver una parte del concierto de Little Steven & The Disciples Of Soul. Si soy sincera, no conocía el grupo. Sólo sabía que Steven Van Zandt ha sido la mano derecha de Bruce Springsteen, pero poco más. Pues lo que vi del concierto fue bastante guay. Una mezcla bastante eficaz de rock, pop, soul y R&B.

Little Steven & The Disciples Of Soul en el escenario Estrella

Luego nos dirigimos al escenario Cruïlla para disfrutar de la fusión de Txarango, que mezcla reggae, dub, pop, ritmos jamaicanos, rock o latinos con total alegría... ¡y un sentido irresistible de la fiesta!

Por curiosidad, fuimos a ver la segunda mitad del concierto de Ryan Adams. Yo sólo conocía algunas canciones, que probablemente había escuchado en la radio, y me había quedado con la misma impresión que tenía de Damien Rice: una música un poco flojita, un poco depresiva pero sin el lado oscuro que una música francamente depresiva puede proporcionar. Igual que Damien Rice me dejó boquiabierta, Ryan Adams me sorprendió muy, ¡pero muy positivamente! Es muchísimo más dinámico y rockero de lo que me imaginaba, con este sonido tan "made in USA" que de repente te invita a soñar con road trips en estas carreteras infinitas bordeadas de paisajes grandiosos... ¡Creo que necesito vacaciones urgentemente!



Tras esta grata sorpresa, hicimos como el 80% del público del Cruïlla (o eso me imagino, por le menos): fuimos a ver a Pet Shop Boys. Pues no puedo decir mucho porque no es lo mío. Siempre me ha costado un poco ser receptiva a su música y el hecho de verlos en vivo no cambió nada. Creo que la gente que es fan se lo pasó genial. Pero nosotros nos quedamos bastante indiferentes. ¡Eso sí que había juegos de luz chulos! ¿Quizás para hacer olvidar que no pasaba gran cosa en el escenario?

The little dinosaur without Internet connection


En estilos muy diferentes, tocaban al mismo tiempo Parov Stelar y Residente. Ya había visto a Parov Stelar un par de veces, pero nunca conseguí ver a Calle 13. Pues por lo menos, ahora puedo decir que he visto a su cantante. Y la verdad es que Residente no defraudó. Nos montó un show explosivo, lleno de energía y mensajes políticos comprometidos, matizados con una buena dosis de fiesta. ¡Estaba en primera fila y lo pasé súper bien! Aunque me fui un poquito antes del final del concierto para ir a descansar las piernas unos diez minutitos...

... un descanso necesario para enfrentarme al resto del programa: The Prodigy was in the house! También los había visto un par de veces antes, ambas veces en Rock en Seine. ¡Pues no han perdido nada de su energía y locura! Ellos también nos montaron un buen show, con mucho dinamismo, y ritmado, como no, por estos himnos rave-electro-punk que tanto marcaron a nuestra generación. Bueno, "nuestra" y otras, probablemente. Pero es cierto que yo tenía como 12 o 13 años cuando publicaron "Music for the Jilted Generation", y unos 15 o 16 cuando el tsunami "The Fat of the Land" nos dejó flipadísimos. Y dos décadas más tarde, todavía pude notar esta especie de cosquilleo en las piernas, el pulso que se me aceleró y las ganas de seguir haciendo la fiesta toda la noche cuando empezaron a tocar canciones como "Firestarter" o "Breathe". Unos puros electroshocks, a la vez agresivos, bailables y alucinantes, que te ponen en una especie de trance energizante como pocos grupos logran hacerlo. Y, de hecho, ¡el concierto se me pasó volando porque no paré de bailar o saltar ni un minuto!


Para acabar la noche, quería ver a AronChupa. Sólo conocía un par de temas, pero me parecía tener buena pinta. Pero después de la tremenda actuación de Prodigy, la verdad es que el DJ set se me hizo un poco soso.

Así que nada, nos despedimos del Cruïlla, otra vez con muchos recuerdos bonitos y, en mi caso, con un poco de nostalgia: ¡siempre me da un poco de pena cuando se acaba un festival! Ahora, a pensar en mi próximo festival, el último de la temporada que pinta muy, muy bien, la verdad... Mientras tanto, ya he comprado mi abono para el Cruïlla 2018, así que...

¡Hasta el año que viene, Cruïlla! ;-)


Commentaires