Tres colores: el azul de Lanzarote

El segundo color, después del blanco, es más obvio: el azul del mar... A veces, cuando te encuentras en un pueblo en el medio de la isla, llegas a olvidarte que estás en una isla. Sólo ves montañas, campos de rocas volcánicas,... Y de repente, pasando una montaña o simplemente una curva, te topas con este azul intenso otra vez que ofrece un contraste espectacular con los tonos marrones o negros de las rocas.

Desde este punto de vista, el lugar con más encanto quizás sea la isla de La Graciosa. Esta pequeña isla no tiene carreteras asfaltadas y los colores de sus playas son fascinantes. Da un poco la sensación de estar alejado de todo, perdido en un lugar remoto que desprende una tranquilidad increíble. La playa de las Conchas es un ejemplo maravilloso, aunque se merece si es que decides alquilar una bici! El camino cruza un paísaje árido y lunar, desde el cual puedes contemplar estas montañas volcánicas tan características, antes de desembocar en una playa hermosísima de arena fina, que parece directamente salida de una película...

Por fin, si os apetece ir al sur de Lanzarote, aunque no lo recomiendan porque es la parta con el turismo más masificado, la verdad es que la Punta del Papagayo merece la pena. Se encuentra en la zona protegida de Los Ajaches y para acceder, tienes que conducir por un camino que ponen en riesgo tus neumáticos, atravesando otra vez estos paisajes alucinantes medio desérticos, medio volcánicos. Pero cuando llegas por fin, te enteras de que esta zona no tiene ninguna construcción salvo un par de chiringuitos. Por supuesto, están a tope pero tienen vistas preciosas. Pero aparte de esto, nada de hoteles, restaurantes, resorts, etc. A pesar de no poder disfrutar de la tranquilidad de La Graciosa, la playa del Papagayo (hay otra que no hemos podido ver) tiene muchísimo encanto.

Jameos del Agua

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El Golfo

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Los Hervideros

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Punta Mujeres
 

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La Graciosa

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 Vista de La Graciosa desde el Mirador del Río

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 Playa del Papagayo


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Commentaires

Anonyme a dit…
Mer et rochers ne font plus qu'un pour nous offrir des moments de contemplation uniques...grâce aussi à l'œil avisé de la photographe (hi! hi!)