Cruïlla 2016


¡A por el segundo festival de este año! Sé que voy a repetirme un poco pero es que me encanta el Cruïlla... No es el festival con mayor número de grandes nombres que te puedas encontrar por Europa y me imagino que es poco conocido fuera de España pero es precisamente esto que mola: es un festival a escala humana. El objetivo no es invitar a 160 artistas en 10 escenarios y vender 80 000 entradas al día. No, el objetivo es más sencillo: proponer un cartel variado, una mezcla de estilos musicales que abarcan tanto el rock como el hip hop, el reggae, el electro, el jazz, el flamenco y muchos más. El objetivo es tener a un poco más de 20000 festivaleros por día y dejar que los artistos toquen todos por lo menos una hora, una hora y media. Entonces, claro, no te vas a encontrar aquí el cartel del Primavera Sound. Habrá cómo 15 o 16 artistas por día, repartidos en cuatro escenarios, más un mini escenario "unplugged". La gente que acude al Cruïlla también es gente con estilos muy diversos porque la verdad es que hay que ser muy difícil como para no encontrar a ningún artista que te guste. A mí por ejemplo, la edición de este año me ganó con los nombres de Robert Plant, Cat Power y Skunk Anansie sobre todo. Claro, cuando escribo que no es el festival que reúne al mayor número de grandes nombres de la música, ¡es muy relativo! ¡A por el resumen de esta edición 2016 pues!


Habiendo practicado mis técnicas de ninja poco tiempo antes en ocasión del Primavera Sound, no tuve ningún problema esta vez tampoco para escaparme el viernes, rumbo al Parc del Fòrum -donde por cierto, nunca voy si no es por el Primavera Sound o el Cruïlla! Llegamos con suficiente tiempo como para comprobar una vez más que funciona muy bien el sistema de pulsera electrónica que te permite pagar tus consumiciones sin cash. Una cervecita para refrescarnos y directo a por Esperanza Spalding, sabiendo que no podríamos quedarnos mucho rato. Pues por lo poco que vi, ¡me gustó mucho! Tiene muy buena energía en el escenario y algo de puesta de escena que molaba bastante. Me dio ganas de verla de verdad, con más tiempo.

La razón por la cual no podía quedarme tanto es que 15 minutos más tarde, empezaba a tocar una de mis cantantes preferidas, Cat Power. A Cat Power la había visto un par de veces antes, una cuando vivía en Bruselas y otra en el mismo Cruïlla hace tres años. Cada concierto me pareció diferente. Éste, por ejemplo, sonó algo menos rockero que el anterior. Pero a ella, se la vio más puesta (seguramente con menos droga en el cuerpo) pero siempre con esta característica "sonrisa contagiosa", como subrayó tan justamente mi hermano. Total, un concierto quizás un pelín menos dinámico que los dos que había visto antes, pero un momento muy bonito y una setlist bastante democrática.


Luego le tocó a Damien Rice volver a maravillarme. Solo le había visto una vez, en el Primavera Sound del año pasado. La verdad es que las circunstancias no parecían jugar mucho a su favor: acababa de ver a la grandísima Patti Smith, que me había dejado de rodillas y llorando. Además, las únicas canciones de Damien Rice que conocía no dejaban prever un concierto de lo más animado. Vaya, hay que reconocerlo: las canciones de este hombre son altamente depresivas. Pues que error de juicio de mi parte... Me dejó alucinada... En el Primavera Sound, estaba solo en el escenario... ¡pero dejó la sensación de que tocaban cuatro músicos con él! La impresión no fue diferente en el Cruïlla. Este hombre tiene una capacidad interpretativa realmente impresionante, además de ser mucho más comunicativo de lo que el ambiente depresivo de sus discos podría dejar pensar. Y como, por suerte, conseguí estar muy cerquita del escenario, pude aprovechar plenamente de este concierto buenísimo.

Damien Rice
Una vez llegado mi segundo guardaespalda, nos fuimos a ver a Bunbury. OK, tengo que ser sincera: antes de llegar a España, no tenía ni idea de quién era Bunbury. Pero una de las cosas que aprendes muy rápidamente cuando te instalas en España, es que si hay un grupo de rock español que tienes que conocer, sí o sí, es Héroes del Silencio. ¡Y no es opcional! Entonces, si quieres que la gente deje de mirarte como un/a extraterrestre en plan "Queeeeeee?! Nunca has escuchado una canción de los Héroes?!", tienes que hacer un esfuerzo. Ahora bien, hice mis deberes y escuché a Héroes del Silencio. Voy a ser una hereje total, soy consciente... pero es que no me apasionó del todo al principio. A ver, nunca he sido muy, muy fan de las tendencias hard rock con demasiado lirismo, no puedo mentir. Entiendo que sea precisamente esto que te pueda gustar pero a mí me parecía un pelín anticuado. También tengo que reconocer que si hay dos cosas de Héroes del Silencio que sí me gustaron de entrada, fueron las letras y la voz muy particular del cantante. Pero poco a poco, con el tiempo, me acostumbré a Héroes del Silencio y acabaron gustándome bastante. Ahora si formais parte de la gente que no conocía a Héroes del Silencio, seguramente os estareis preguntando a qué viene esta digresión. Sencillo: Bunbury era el cantante del grupo. Y otra revelación: casi, casi que me gusta más la música que hace Bunbury en su carrera en solo. No sé, me parece algo más variada. Reconozco que tenía mucha curiosidad por verlo en el escenario. Entonces, ¿que impresión? Pues que la gente no me había mentido: el tío es sin duda un animal de directo, clichés rockeros incluidos y perfectamente asumidos. Su voz es igual de impresionante y potente, y sus músicos muy buenos. Pero entendí rápidamente que un concierto de Bunbury no es un concierto del todo. Es un karaoke gigante. Todo el mundo, o sea TODO el mundo, cantaba al unísono con el artista. Lo que puede llegar a ser bastante divertido. O resultar un pelín cansino, además de hacerte sentir algo excluido/a si no conoces de memoria todas las letras de todas las canciones de todos los discos. A mi me hubiera gustado poder escucharle más a él, sin el coro permanente. Pero bueno... Fue bastante guay, no puedo negarlo.

Después de esta experiencia de celebración colectiva, cambio radical de estilo pero manteniendo la celebración colectiva: Seeed, improbable grupo de reggae alemán, trajo su energía y buen humor contagiosos al escenario. De verdad, ¡son bastante geniales en directo! No es para nada el estilo de música que escucharía todo el santo día pero tengo que reconocer que en directo, con un grupo tan entusiasta y generoso, no tiene desperdicio. A no ser que seas fundamentalmente alérgico/a al estilo musical, sería una pena no participar en la fiesta.

Luego creo que fue el momento cuando decidimos tomar una pausa-cena, antes de ir a escuchar el segundo gran nombre español del día: Vetusta Morla. Pues no sé si fue que habían puesto algo raro en mi comida pero no me convenció nada el concierto. Y entre los tres que eramos, el comentario unánimo fue: aburridísimo. Creo incluso que mi segundo guardaespalda añadió un comentario algo irónico en plan "Eso es lo que pasa cuando tocan los hipsters." Quizás me esté volviendo más exigente con la edad pero es que realmente, esta mezcla de "indie rock / indie pop" me resulta un poco sosa. Es una especie de escalón intermedio, en el cual no puedes bailar como lo harías en una buena canción popera, y tampoco te entran ganas de agitar la melena al ritmo de una artillería rockera pura y dura. Estás allí en el medio, sin saber muy bien qué hacer.


Para sacudirnos del letargo en el cual habíamos caído, fuimos a ver a Bomba Estéreo. Vale, no voy a mentir: la música no es exactamente lo mío. Esta mezcla de electro-cumbia-no sé qué me resulta divertida durante un momento pero no llega a superar el estado de entretenimiento. Lo que está bien, no digo lo contrario. Todos necesitamos entretenimiento, ¡por lo menos de vez en cuando! Pero la diferencia entre un concierto que me divierte y un concierto que me emociona es tan grande como la diferencia entre el último "Independence Day" y la última peli de Isabel Coixet o de Icíar Bollaín (estoy nombrando a realizadoras españolas a propósito porque después de mi revelación vergonzosa sobre Héroes del Silencio, ¡tengo miedo a que os penséis que soy totalmente ignorante de la cultura española!). Tampoco voy a negarlo: ¡he bailado como una loca gracias a Bomba Estéreo! Pero eso es: fue divertido, perfecto para una fiesta para poner ambiente y perfecto para acabar una noche de festival.

Eso me proporciona la transición ideal para empezar el resumen del segundo día. Empezamos con James, donde conseguimos añadir más hombres y mujeres a las tropas. En cuanto al concierto, al principio tuve un poco la misma sensación que delante de Vetusta Morla. Pero poco a poco, se soltó la banda y hacia el final del concierto, sonaba mucho mejor y enérgico.

Con Miquel y Jérémie
El primer concierto que tenía mucha curiosidad por ver era el de Alabama Shakes. Ya conocía algunas canciones pero no demasiado bien, a pesar de que siempre me haya gustado esta mezcla de rock-blues-soul. Pues tengo que decir que el concierto me gustó mucho. Es algo impresionante ver a esta mujer en el escenario, con su presencia imponente y su voz potente, a veces evocadora de una Janis Joplin o una Aretha Franklin... Me quedé con ganas de verles en un concierto "de verdad".


Luego ocurrió EL momentazo del Cruïlla 2016... Siempre hay uno, ¿no? A no ser que tengas mucha mala suerte, lo que siempre puede ocurrir, siempre hay un momento en particular que se te quedará grabado en la mente sin necesidad de haber grabado la mitad del concierto con tu teléfono. El cerebro también tiene cámara integrada... Dos o tres días de festivales, y te quedas durante años y años con UN momentazo... Algún día, ¡me gustaría lanzar una encuesta para saber cuáles fueron vuestros momentazos de festivales! Mi lista podría llegar a ser extensiva: Patti Smith el año pasado, PJ Harvey al Primavera Sound de este año, el doblete Nine Inch Nails Rock en Seine 2013 / Primavera Sound 2014, Dead Can Dance, Yodelice en Solidays, Tori Amos, Asaf Avidan en el Cruïlla el año pasado, entre otros... Pues el momento del Cruïlla 2016 que guardaré en mente para años y años fue el concierto de Robert Plant & The Sensational Space Shifters. Y fíjaos que no era la primera vez que lo veía. Pero cuando lo vi en Rock en Seine, fue en el 2005. Tenía unos veinte y tantos años y creo que no me emocionaba tanto como ahora al ver leyendas del rock en el escenario. A Patti Smith también la había visto en esta época. A ver, en los dos casos, me habían encantado. Pero obviamente, a medida que tú también te haces menos joven y que te enteras de la muerte de artistas con los cuales has crecido y que parecían inmortales, acabas valorando muchísimo más la suerte de todavía poder disfrutar de ver a algunas leyendas de la música en vivo. ¡Sobre todo cuando estas leyendas todavía son activas y dinámicas en un escenario! Igual que Patti Smith el año pasado, creo que Robert Plant nos dejó a todos un poco alucinados no solo por su energía e increíble generosidad con su público (de la cual, por cierto, algunos artistas mucho más jóvenes podrían aprender un par de cosas), sino también por su potencia vocal y capacidad interpretativa. ¡Grandísimo, este hombre! Disfruté tanto del concierto que me pareció pasar a toda prisa. Cuando empezaron a sonar los acuerdos iniciales de "Whole Lotta Love" y de "Rock and Roll", que puso fin al concierto, hubo una ola de entusiasmo, bordando la histeria, entre el público... ¡y con razón! Solo tres palabras: ¡grande, grande y grande!

Siempre es un poco difícil seguir la ruta festivalera después de un concierto así. Tiendes a pensar que el artista siguiente necesariamente te va a parecer un poco soso. Muchas veces, así resulta ser. Pocas veces, tienes suerte, como el año pasado con el improbable programa Patti Smith / Damien Rice. Pues este año en el Cruïlla, le tocó a Fermin Muguruza seguir a Robert Plant. Tarea ardua para el cantante vasco... pero que cumplió sin demasiados problemas, permitiéndose además una versión inesperada del "Killing in the Name" de Rage Against the Machine. No me apasionan todas las canciones de Fermin Muguruza pero tengo que reconocer que tiene una energía imparable en un escenario y que resulta muy difícil no seguirle el rollo. "Chapeau", como se diría en mi idioma... ;-)


El otro gran momento de esta segunda noche fue para mi el concierto de Skunk Anansie. Gran momento pero menos sorprendente en la medida en la que ya les había visto, tanto a ellos como a la cantante en sus giras en solo, ¡así que sabía con antelación que el concierto iba a ser bueno y cañero! Es curioso porque Skunk Anansie está muy asociado en mi mente a los años 90 y buena parte de mi adolescencia. De hecho, cuando se separaron, me olvidé de ellos y hacía años que no les escuchaba. No había tenido ocasión de escuchar el último disco porque la verdad es que ni siquiera me había enterado de que tenían nuevo disco. Pero por lo escuchado en vivo, me pareció no defraudar. Es más: tiene un toque más contemporáneo que no resulta nada desagradable. Pero como en todos los conciertos que he visto, el mayor arma que tiene este grupo es su cantante. Skin, esta cantante andrógina, que tiene una energía explosiva y una sonrisa contagiosa (ella también!). Esta cantante con una voz tan reconocible, tan peculiar, que oscila entre caricia seductora y grito herido. Skunk Anansie nunca ha sido el grupo cuya música más me ha fascinado pero siempre ha sido uno de los mejores grupos que he visto en vivo... ¡y sigue siéndolo después de su actuación en el Cruïlla!


Después de tanta caña y emoción a lo largo del día, nos tocó un respiro más leve con Shantel, una curiosa y eufórica mezca de electro-gypsy-pop que te dan unas ganas irresisitibles de bailar. La verdad es que fue la manera perfecta para nosotros de acabar la noche... y el festival (¡culpa de la final de la Eurocopa!).

Y otro año más, me quedé encantadísima con el Cruïlla y su ambiente tan relajado y fiestero. Y otro año más, me fui del festival con una gran sonrisa, llegando a casa mientras salía el sol y la gente empezaba a preparar los puestos para el mercado del libro dominical de Sant Antoni, la cabeza todavía llena de música y recuerdos... ¡Nos vemos el año que viene, Cruïlla!

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